Los días previos a las elecciones de este domingo 19 de noviembre, en el marco del balotaje entre el ministro de Economía de la Nación y el diputado libertario, fueron agitados. Para Sergio Massa parecía que era todo ganancia: buena performance en el último debate presidencial, mostrando solvencia, claridad y aplomo, manteniendo el tono en los últimos actos de campaña. En cambio, Javier Milei se mostró perdido, tras su poca preparación para el debate, y con una fallida presentación, junto a su pareja Fátima Flórez, en el Teatro Colón. 

Aunque sus incursiones en reportaje grabados, guionados y editados, en La Nación +, más los apoyos de Patricia Bullrich y Mauricio Macri, junto a un apoyo sólido de sus adherentes le dieron nuevos aires. El libertario atenuó parte de su discurso disruptivo, aunque mantuvo la idea de eliminación de subsidios y liquidar el Banco Central, y tuvo difusión en medios internacionales, oscilando entre la fascinación por presentar a un outsider de la política y el horror al considerarlo como un nuevo Trump.

El libertario atenuó parte de su discurso disruptivo, aunque mantuvo la idea de eliminación de subsidios y liquidar el Banco Central, y tuvo difusión en medios internacionales, oscilando entre la fascinación por presentar a un outsider de la política y el horror al considerarlo como un nuevo Trump.

El candidato oficial ofreció, ante el 40% de pobreza y aumento irrefrenable de la inflación, un dejo de esperanza en una probable mejora en el nivel de vida para el año que viene y evitar –ante las amenazas de la dupla libertaria– la pérdida de derechos. También tuvo apoyos del último tiempo, implícitos en radicales e independientes, sumado al fenómeno de “micro militancia” o la acción espontánea de muchas personas asustadas por el futuro marcado por Milei.

Pero el día clave fue el domingo.  Tras imprecisas “bocas de urna” y especulaciones varias se dio un resultado inicial: Ganó Milei, con casi diez puntos sobre Massa.

Falta precisar los guarismos finales, pero se dio lo que se suponía –no, en verdad, por lo sostenido (nuevamente) por las encuestas– si se sumaban sus 30% de votos fieles más el casi 25% de JXC y la afluencia del votante de Schiaretti, frente a la proeza de arañar, en el marco de una inflación galopante, un 45% de Unión por la Patria  

El nuevo panorama

En Latinoamérica, los balotajes que se dieron recientemente tuvieron una leve ventaja entre los candidatos contendientes –a modo de ejemplo, en Perú, en el balotaje del 2021, entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori la diferencia del primero sobre la segunda fue de un poco más de 44.000 votos–, siendo la excepción la del chileno Gabriel Boric, con más de 10 puntos sobre su oponente José Antonio Kats, aunque con gran merma de electores, y ahora en Argentina con Milei.

Los desafíos son varios: Milei sigue siendo una incógnita, en cuanto si podrá manejar a sus votantes, o si se drenará su poder ante la injerencia de Macri, y el PRO en general, y ver como talla su vice Victoria Villarruel que ya amenaza con hacer valer su poder propio, amparado en los que añoran el ‘76.

Para Milei sería fundamental mostrarse serio en el triunfo, y no desbordado, intentar solvencia en su gestión, dialogar con los gobernadores – hay que ver si opera la Liga de Gobernadores, ya que tiene un contrapeso favorables a Milei/Macri - y el Congreso, y tranquilizar a los mercados. 

Sus votantes, entre los iniciales libertarios hasta los desencantados de la política, deberán esperar si puede cumplir sus anhelos, desde la venganza contra la casta –ahora reducida a un antiperonismo casi del ’55– hasta la deseada mejora económica. 

Para Massa, que ya anunció su retiro (¿momentáneo?) ver si puede ser el líder de la oposición, articulando estrategias superestructurales con gobernadores y sindicalistas (no lo veo liderando marchas con ATE y la Madres) o si ese espacio quedaría en manos de Cristina, Máximo o Axel, o si en el PJ se baraja y da de nuevo, ya que desde hace años se debe un gran debate interno.

Correspondería dar un voto de confianza al nuevo elenco gubernamental, ya que fue votado por una gran mayoría, que está en ciernes, y que en estos días se anunciaría como quedará el Estado, motosierra mediante. 

Y ojo –no lo escribo como broma– que Alberto Fernández sigue siendo presidente de la Nación y del PJ. Quizás pase a la historia como el primer mandatario de un gobierno de transición turbulento, pero entregando el poder de forma decorosa.

Correspondería dar un voto de confianza al nuevo elenco gubernamental, ya que fue votado por una gran mayoría, que está en ciernes, y que en estos días se anunciaría como quedará el Estado, motosierra mediante. 

Dudo mucho en dicha esperanza, pero intento no ser negativo.

Para muchos, en esta sociedad castigada continuamente, es una afrenta que Milei haya ganado en el mismo año que se cumplen 40 años de democracia. 

No hay que desesperar. las peleas genuinas se mantienen, cambian las caras –o las pelucas– de los adversarios y enemigos, pero las caretas son siempre las mismas.

Y lo que nos queda, junto al pueblo, es desenmascarar a los farsantes.

*Politólogo