Súbitamente la realidad nos golpea a todos los argentinos. Desde el Debate previo a la elección general hasta ahora, La Libertad Avanza se despojó de todas sus máscaras pretendidamente republicanas, para convertirse en la expresión más contundente del fascismo. 

Lo que hasta entonces habían sido manifestaciones del negacionismo se convirtieron primero en celebraciones y reivindicaciones del Terrorismo de Estado, reclamos de liberación de genocidas y promesas de instalación de una “tiranía”, como única alternativa para sacar a flote a la Argentina. 

En aquel Debate preelectoral Javier Milei repitió, uno a uno, los argumentos del dictador Emilio Massera para negar la existencia de un plan sistemático de eliminación de secuestro, tortura y eliminación de los disidentes. El candidato presidencial retomó la falacia de los “errores” y “excesos”, negó el genocidio, reivindicó la Teoría de los Dos Demonios, y justificó el accionar represivo.

Se cayeron las máscaras

Esas declaraciones de Milei significaron el cruce del Rubicón. A partir de entonces, el respaldo de Mauricio Macri y Patricia Bullrich los envalentonó. La biógrafa de los represores, Victoria Villarruel, abandonó toda restricción para expresar sin filtro sus ideas: los genocidas eran patriotas perseguidos, la tiranía es la única alternativa para la Argentina. 

Lo que hasta entonces habían sido manifestaciones del negacionismo se convirtieron primero en celebraciones y reivindicaciones del Terrorismo de Estado, reclamos de liberación de genocidas y promesas de instalación de una “tiranía”, como única alternativa para sacar a flote a la Argentina. 

No estaba sola. Ricardo Bussi –hijo del genocida Antonio Domingo- sentenció que un gobierno de La Libertad Avanza deberá implementar la represión sistemática para imponer su proyecto económico y social. Y el coro de voceros del espacio embistió contra la ley de interrupción del embarazo y el matrimonio igualitario, comparando a los gays con piojos. Sin anestesia, volvieron a promover la venta de niños y de órganos, y también el armamento de la población.

Se cayeron las máscaras
Se cayeron las máscaras
Se cayeron las máscaras

Un cartel que apareció en la vía pública este jueves promueve la venta de armas para el “Dia del Niño”, a través de un ficticio portal denominado “Mercado Liberado”. “No les enseñes a defenderse. Enséñales a que tengan miedo”, afirma. Y aclara que se trata de una “Promoción válida desde el 10 de diciembre para toda la Argentina”.

Este mismo jueves la Universidad Nacional de Cuyo amaneció vandalizada, con consignas como “Dejen de quemarle la cabeza a los pibes HDP”, “Milei 2023”, “Zurdos de Mierda”, “Antro Marxista”, “Se les termina la joda Roñosos”, “No enseñan, adoctrinan”, “Zurdos HDPutas Adoctrinadores”, “Chau parásitos, progres y feminazis” y “No les importa el país! Sólo quieren carguitos, delincuentes!”

Tampoco faltaron las amenazas a las diputadas nacionales Cecilia Moreau y Romina del Plá, ni al diputado nacional Juan Carlos Alderete. No fueron las únicas, ya que se viralizaron en las redes sociales para tratar de silenciar a los posteos que denunciaban al fascismo de los pretendidos libertarios o postulaban opciones democráticas.

Se cayeron las máscaras

Todas juntas

Las máscaras se cayeron todas juntas, pero no es sino la última movida preelectoral de una propuesta autoritaria que venimos denunciando hace meses. Muchos se hicieron los desentendidos o miraron para otro lado cuando afirmábamos que la verdadera opción era autoritarismo o democracia. 

Recién este miércoles a la noche Federico Andahazi, intelectual orgánico del macrismo, se sinceró en La Nación +: “Me preocupa el entrono nazi de Milei-Villarruel”, “Milei es un paciente psicótico”, “Dudo mucho de cumplir la orden de Macri de votar a Milei”, manifestó apesadumbrado. ¿Autocrítica por la responsabilidad de haber contribuído activamente a que esta amenaza llegara a este punto? Ninguna.

En el tramo final de la campaña no sólo la Argentina democrática advierte sobre los riesgos que implicaría una victoria del fascismo: son los propios fascistas los que no se privan de instalarlo. Y van por más, a través de la conspiración que vienen pacientemente desplegando para poner en duda la transparencia del acto electoral. 

A lo largo del gobierno de Cambiemos se había popularizado el cantito “Macri, basura, vos sos la dictadura”. Mirado en perspectiva, esa experiencia resultó ser el huevo de la serpiente: designación por DNU de dos jueces de la Corte Suprema, endeudamiento ilegítimo para orientarlo a la fuga de divisas, asesinato de Santiago Maldonado, sacrificio de los tripulantes del Aras San Juan, destrucción de Pymes y de cientos de miles de puestos de trabajo. 

El contubernio del ex presidente con Javier Milei no tiene nada de extraño: varias veces Macri manifestó su acuerdo con el Plan de Milei, y se autoreprochó no haber avanzado más rápido cuando tuvo la oportunidad. Queda claro que se siente mucho más cómodo con estas propuestas y con el entorno fascista que con los radicales, peronistas y socialistas democráticos que utilizó como instrumentos para su ascenso.

En el tramo final de la campaña no sólo la Argentina democrática advierte sobre los riesgos que implicaría una victoria del fascismo: son los propios fascistas los que no se privan de instalarlo. Y van por más, a través de la conspiración que vienen pacientemente desplegando para poner en duda la transparencia del acto electoral. 

La misma campaña del fraude a la que recurrieron Trump y Bolsonaro, para luego intentar la toma por la fuerza de la Casa Blanca y el Planalto al haber sido derrotados. ¿Nos esperan hechos de violencia similares, o aún peores, para este domingo por la noche?

Se cayeron las máscaras

Las denuncias infundadas de fraude, que eran sólo mediáticas, se tradujeron en una presentación formal de Karina Milei ante la Justicia. La entrega de apenas 100 boletas por mesa electoral en lugar de las 350 que dispone la legislación vigente, pese a que los fondos oficiales se giraron en tiempo y forma, demuestra que el objetivo del contubernio Macri-Milei consiste en generar el caos en la jornada electoral. Sus consecuencias son imprevisibles, pero en ningún caso serán beneficiosas para los argentinos.

La alternativa de la hora es democracia o fascismo. Tal como lo han hecho las universidades, las Pymes, los jubilados, los clubes de fútbol y la mayoría de los ámbitos de acción social y económica, también los partidos políticos deben salir de su cómoda modorra para instar a sus afiliados y votantes a respaldar la candidatura democrática de Sergio Massa y su propuesta de gobierno de unidad nacional. El Socialismo ya lo hizo. El resto de las fuerzas democráticas debe imitarlo antes de que sea demasiado tarde.

Se cayeron las máscaras

Hoy, más que nunca, recobra su actualidad el poema del pastor luterano alemán Martin Niemöller (1892-1984): 

«Primero vinieron por los socialistas,
y yo no dije nada, porque yo no era socialista. 
Luego vinieron por los sindicalistas,
y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista. 
Luego vinieron por los judíos, 
y yo no dije nada, porque yo no era judío.
Luego vinieron por mí,
y no quedó nadie para hablar por mí»

No está en juego una candidatura. Lo que arriesgamos es la libertad y la vida de todos.

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