En la batalla final de las emociones se impuso un ganador: el hartazgo. El largo proceso electoral argentino culminó el pasado domingo con la victoria por más de 11 puntos de La Libertad Avanza sobre Unión por la Patria. 

Fueron tres partidos: el de agosto (las PASO), con un ganador inesperado en los papeles, pero no así en “la calle”: Javier Milei. La revancha (las Generales), con otro ganador inesperado en los papeles: Sergio Massa, que se valió de la emoción del miedo para mejorar su performance electoral. La final (el Ballotage) dejó un resultado inapelable por su contundencia y por su significado.

Siempre las emociones tienen un rol preponderante en los procesos electorales. La racionalidad muchas veces no explica todos los fenómenos colectivos. Toneladas de libros y autores han navegado, y navegan, por esas aguas. 

Pero más allá de tener esto en cuenta, cabe la pregunta ¿es irracional lo ocurrido? Adelanto respuesta: no. ¿En Argentina esta vez emoción y razón se encontraron un punto del eje cartesiano? Sí.

Expresar el sentir

Javier Milei ha expresado el sentir de la mayoría de la población que más que un cambio, está pidiendo un reseteo del sistema. En el momento de la campaña en donde moderó su discurso, casi no sumó votos (elecciones generales). En los momentos en los cuales aparecieron las propuestas de incendio del Banco Central, dolarización, privatizaciones, por mencionar solo algunas; sumó votos (PASO y Ballotage).

En cierta medida podemos afirmar que la sociedad argentina acumula años de variables económicas, políticas y sociales de estancamiento y en muchos casos ruptura. La grieta no se ha formado sola. En palabras más sencillas, podemos decir que buena parte de la sociedad a la cual muchas veces nos referimos está “rota”. Por otro lado, el candidato Milei con sus excentricidades y su historia de vida también asemeja a la figura de un “roto”. Y esto ha sido un match perfecto. 

El candidato Milei, con sus excentricidades y su historia de vida, también asemeja a la figura de un “roto”. Y esto ha sido un match perfecto. 

Sumamos ahora al razonamiento a Massa. Sin ninguna duda llevó adelante una campaña muy profesional y logró que una coalición electoral que nunca formó un gobierno respetara sus lineamientos de campaña y aceptara quedar bajo su liderazgo. Desde el día posterior a las PASO esto fue notorio. El presidente de la Nación y la vicepresidenta bajaron su perfil y dejaron la escena para que sea ocupada por el candidato de UxP. Pero este protagonismo mutó también en su talón de Aquiles.

Porque Massa, además de un político profesional preparado para una campaña compleja, es el ministro de Economía. De ésta economía. Es la cara visible del 143% de inflación interanual, de más del 40% de la pobreza y de una actividad económica estancada fruto del ajuste sostenido que lleva más de un año de realidad efectiva en nuestro país. Y Massa, en el último trimestre convivió con el traje de candidato y también con el de presidente en funciones. La ausencia de Alberto Fernández de la escena pública dejó la impresión de que más que ser un nuevo candidato, Massa iba por la reelección.

Se intentó una campaña que enmascarara las duras realidades padecidas por gran parte del electorado. Y en los papeles de la ingeniería comunicacional se logró con creces. Pero en las dinámicas diarias de los hogares de Argentina, donde la inflación es un fenómeno de la vida cotidiana, se perdió por goleada. Y ese proceso subterráneo y asimilable a la gota de agua que horada la piedra es el que se impuso por abrumadora mayoría, de más de catorce millones de votos en todo el territorio nacional.

Se intentó una campaña que enmascarara las duras realidades padecidas por gran parte del electorado. Y en los papeles de la ingeniería comunicacional se logró con creces. Pero en las dinámicas diarias de los hogares de Argentina, donde la inflación es un fenómeno de la vida cotidiana, se perdió por goleada.

Y aquí aparece el segundo acierto del candidato libertario: la casta. Este concepto encarnó con pericia un acumulado de enojos hacia toda la dirigencia política que no le ofrece soluciones a los ciudadanos hace décadas. Alguien que vino “desde afuera” del sistema puso el dedo en una llaga enorme que solo necesitaba una leve presión para estallar. Y si bien en su campaña se apoyó en la estructura de una facción de la mismísima casta, logró ocultar discursivamente su presencia y se alzó con el premio mayor.

Qué nos espera

Ahora enfrentamos, por un lado, la incertidumbre de un gobierno cuya fuerza política ganadora cuenta en sus filas con mayoría de inexpertos en la gestión pública. Personas que no pertenecen a la denostada casta, pero que deberán aprender de ella cómo se gestiona el también denostado Estado. Y por el otro, la derrota de las dos coaliciones de gobierno que desde 2015 se disputan el poder y van camino a su reconfiguración.

Con el correr del gobierno libertario podremos calibrar mejor hasta donde muchas de las promesas de campaña llegarán. Para gran parte de los anuncios hechos se necesitan mayorías parlamentarias que hoy parecen muy difíciles de lograr. Para otros, habrá que ver si la licencia social - otra vez “la calle” - sigue apoyando con el paso del tiempo el programa de LLA. El próximo presidente gobernará un país con franca minoría legislativa. Si bien se pueden proyectar alineamientos con sectores del PRO referenciados en Macri, parte de números muy magros en el Congreso: solo 7 senadores y 38 diputados nacionales. 

Milei asume con un mandato muy claro de reformas profundas que fueron verbalizadas hacia sus votantes. Cuesta creer que no intente cumplirlas. Allí estará la clave de sus primeros meses de gestión: ¿será capaz de avanzar en las reformas de shock?

Milei asume con un mandato muy claro de reformas profundas que fueron verbalizadas hacia sus votantes. Cuesta creer que no intente cumplirlas. Allí estará la clave de sus primeros meses de gestión: ¿será capaz de avanzar en las reformas de shock? ¿sus votantes soportarán las reformas o le quitarán su apoyo al comenzar a experimentar las consecuencias de las mismas? ¿Argentina experimentará un fenómeno análogo al Brexit británico, en donde quiénes eligieron la opción extrema de salida de la Unión Europea al poco tiempo se arrepintieron? ¿si eso ocurre, cómo se gestionará la paz social?

Demasiados interrogantes para tiempos de incertidumbre. Argentina convive con situaciones de stress crónico hace décadas, el pueblo mayoritariamente ha optado por un virtual nuevo comienzo que parece tener mucho de viejo y poco de novedad. Los próximos meses comportan uno de los desafíos más grandes a los que se ha enfrentado alguna vez nuestro sistema político.