Finalmente, habiendo asumido la presidencia, Javier Milei encontró la posibilidad de poner a prueba sus ideas. No vamos en este espacio a señalar las inconsistencias en el plano económico, sino vamos a analizar la política exterior que se propone.

Milei comenzó haciendo lo mismo que el liberalismo ha criticado por años: imponer la ideología sobre los intereses del país.

El mandatario designó como su Canciller a Diana Mondino, una economista con educación en los Estados Unidos. Su inexperiencia en el tema internacional es evidente, pero no excusa los errores básicos cometidos en los albores de su gestión. Su visión es altamente prejuiciosa y entiende el mundo con un atraso de décadas.

Para Mondino, y para su espacio político, uno de los problemas centrales de la Argentina es su falta de inserción internacional. Sin embargo, no podemos dejar de lado que el mundo al que debemos sumarnos se limita a los Estados Unidos, el Reino Unido, la UE, Canadá, Australia, Japón y Corea del Sur. No mucho más que ello.

El desprecio por los BRICS y la paciencia China

Por lo tanto, la visión sobre la entrada argentina al BRICS, algo central en el diseño de la política externa que permita obtener acceso a nuevos y dinámicos mercados, así como el alineamiento internacional, es rechazada sin consideración a pesar del costo que esto puede significar.

Mondino ha sido explícita al señalar que nuestro país no ingresará a los BRICS, aun considerando que el gobierno anterior hizo el pedido de ingreso que fue aceptado. Un primer error, casi amateur, es creer que cada gobierno puede girar el timón y cambiar de dirección, sin entender que hay una continuidad como Estado.

Argentina es la misma ante los ojos externos, sea gobernada por Alberto, Cristina, Macri o Milei. 

Sus palabras produjeron un cortocircuito con nada menos que China, el segundo socio comercial argentino detrás de Brasil, y la mayor economía mundial desde el 2014 medida por la Paridad de Poder Adquisitivo. Esto ya de por sí es un gran inconveniente, pero el problema crece si encuadramos esto en un modelo de hostilidades en aumento entre el mundo occidental y el bloque multipolar, que tiene a China y a Rusia como sus principales referencias.

China, sabedora de su poder y de las improvisaciones del equipo de Milei, optó por esperar. Y no debió aguardar mucho tiempo: apenas un par de días después de su asunción, el flamante presidente debió contactarse con este país para pedirles la renovación de un swap clave para las deterioradas reservas argentinas.

Beijing pidió a cambio una misiva pública donde Milei reconoce el principio de una sola China, esencial en la disputa por Taiwán. El comunicado fue difundido por el país oriental, que además hizo circular las condiciones si la Argentina no quiere ser parte del BRICS.

China, sabedora de su poder y de las improvisaciones del equipo de Milei, optó por esperar. Y no debió aguardar mucho tiempo: apenas un par de días después de su asunción, el flamante presidente debió contactarse con este país para pedirles la renovación de un swap clave para las deterioradas reservas argentinas.

Considerando que nuestro país pidió ingresar al BRICS, que su presidente lo festejó como un logro, y que la aceptación se hace por unanimidad de los países miembros, la forma de renunciar es explicando a los mismos las intenciones de no pertenecer.

Buenos Aires, entonces, debe redactar una carta a Rusia, India, Brasil, Sudáfrica y a la propia China, explicando las razones de su cambio de parecer.

Milei debe sopesar la medida, que no solo es descrédito, sino también las acciones posteriores. China es el gran mercado de exportación para la Argentina, e, independientemente de las reglas que pretendan inventar la nueva canciller y su jefe, el país asiático, puede argumentar problemas sanitarios o cualquier otro para “castigar” al gobierno de Milei no comprando soja, ya sea como aceite o en forma de pellet entre otras posibles sanciones.

Por supuesto, se congelarían las inversiones en infraestructura, créditos y acceso al mercado en general. Un verdadero desastre para el país sudamericano.

BRICS, además, se amplía con países petroleros y controlará el mercado de crudo y del gas. Por algo Caputo, quien es insospechado de comunista chino, ha tenido diferencias públicas con Mondino. El ministro de economía cuenta con los preciados yuanes para afrontar los pagos argentinos, y la obcecación de Mondino puede hacer naufragar su plan.

Caído en desgracia

Este es uno de los grandes errores del nuevo gobierno en materia internacional. Un segundo problema es asociarse con el presidente ucraniano Zelensky, quien cada día está más lejos de ser el personaje presentado como una mezcla entre santo y guerrero que iba a frenar a las hordas rusas. Hoy Zelensky es un líder caído en desgracia con el cual nadie quiere mezclarse.

Sus modos de exigir dinero y armas ha generado una corriente de antipatía que aflora cuando se puede apreciar que su papel principal como actor que derrota a Rusia, se desvanece.

Mientras el Congreso de Estados Unidos negaba ampliar el paquete de ayuda en los sesenta mil millones de dólares solicitados, Milei le donaba a Ucrania dos helicópteros MI17 de las fuerzas armadas argentinas. Si bien esos aparatos estaban fuera de operaciones porque no se ha dispuesto del dinero para pagar los servicios requeridos para su funcionamiento, regalar material tan escaso para la Argentina resulta no solo incomprensible sino inaceptable.

Es otra perla más en el collar de gestos inamistosos de Argentina con Rusia, que comenzaron con el desplante de Cecilia Nicolini durante el gobierno de Alberto Fernández, quien filtró correos electrónicos a la prensa para acusar de incumplimientos contractuales a los rusos que habían priorizado a su país sobre otros para recibir la vacuna Sputnik V.

El gobierno de entonces bajó drásticamente el comercio con Rusia, la petrolera estatal YPF negó la participación del combustible y del GNL ruso en las licitaciones y compras locales. 

Buenos Aires ignoró además las ofertas rusas para entregar material militar suficiente para rearmar el ejército con un pago a convenir en negocios bilaterales que excluían el pago en divisas duras.

La política externa argentina, que hace años que viene con dificultades, ahora se asoma al abismo. Improvisada, errática, ofendiendo y distanciándose de los principales socios comerciales, presenta un futuro complejo cuando está en manos de una economista que improvisa en un tema que no conoce.

La relación con Rusia, en consecuencia, se ha enfriado, con China va en ese mismo sentido y la India mira con incredulidad que el mismo país que pidió ingresar al BRICS, donde decenas piden pertenecer, decide no entrar por difusas razones ideológicas.

La donación de material de uso militar en medio de la guerra es un paso no solo descortés, sino también peligroso.

Asociarse con Zelensky es algo absolutamente irracional, tanto como el otro gesto que ha hecho Milei con el Estado de Israel.

En medio de una guerra con Hamas que lo pone cada vez más como un Estado paria solo comparable con la Sudáfrica del apartheid, Milei se identifica con el judaísmo, participando en múltiples actividades y especialmente en la de Janucá, como única aparición pública desde su presidencia.

Estos gestos, el de mezclar la religión con su política hasta el punto de condicionar la misma por su simpatía con el pueblo judío y su Estado, llegan en un momento peligroso, La situación de Gaza ha irritado al mundo islámico en general y complicará la llegada a mercados islámicos, seguramente.

No obstante, de lo señalado, hay una iniciativa mucho más grave que es el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, trasladando la capital desde Tel Aviv. Esto, en este contexto, es un gesto que será muy mal recibido en todo Medio Oriente y en buena parte del mundo.

La serie de dislates se complementa con el primer viaje presidencial anunciado: Davos, Israel, Ucrania y el Vaticano. Milei ha tenido una actitud sumamente agresiva con el Papa Francisco, que ahora trata de recomponer, pero lo más llamativo es que luego de hacer su campaña contra la casta, decide ir a Davos en su primera salida, la casta entre las castas.

Asomados al abismo

La política externa argentina, que hace años que viene con dificultades, ahora se asoma al abismo. Improvisada, errática, ofendiendo y distanciándose de los principales socios comerciales, presenta un futuro complejo cuando está en manos de una economista que improvisa en un tema que no conoce. Situación preocupante de por sí, se agrava con una pésima lectura de la geopolítica actual, que revela prejuicios e ignorancia.

Argentina deberá reconsiderar su rumbo ante el cúmulo de desaciertos en tan pocos días.

El propio Biden no ha querido recibir a Milei, prefiriendo ir al funeral de Rosalyn Carter en lugar de hablar con el presidente de Argentina a horas de su asunción. De igual manera, Estados Unidos le hizo saber que de dinero… ni hablar, no hay fondos especiales para la Argentina, forzando entonces la idea de recurrir a los swap chinos.

Milei ni siquiera ha conseguido el apoyo de los propios, se ha distanciado de los neutrales y ha tensado relaciones con los demás. Está dejando pasar una oportunidad de ingresar al grupo más importante y con mayor proyección hacia el futuro cercano. 

En apenas unos días, Milei está complicando la relación con el mundo real, no el imaginario al que quiere entrar.