Silvina Luna, fallecida este jueves a sus 43 años por los graves problemas de salud consecuencia de una intervención quirúrgica, había brindado su última entrevista en mayo de este año. Fue en el ciclo La Peña de Morfi, donde habló sobre su estado de salud y la situación judicial con el cirujano. 

“Después de lo que me pasó no tengo ganas de hacerme nada, quiero aceptar mi cuerpo como es. Todos somos únicos. Y las operaciones nos terminan haciendo a todas iguales”, le contó a la conductora Georgina Barbarossa, mientras relataba lo que se padece tras las cirugías estéticas: “Te convertís en una esclava de un círculo vicioso que no para más”.

“Después de lo que me pasó no tengo ganas de hacerme nada, quiero aceptar mi cuerpo como es. Todos somos únicos. Y las operaciones nos terminan haciendo a todas iguales”.

“Hay muchas cirugías que no salen como uno quiere. Lo que pasa es que eso no sale tanto a la luz. Hoy lo que creo es que no hay que ponerse nada extraño al cuerpo de uno”, sostuvo. “Yo lo hice porque no me creía suficiente con lo que tenía y buscaba la valía fuera de mi”, admitió.

Asimismo, contó a la conductora que estaba preparándose para la posibilidad de recibir un trasplante. “Estoy en un tratamiento con medicación para matar la bacteria y recién después entrar en la lista de Incucai para esperar el trasplante. Entre una cosa y la otra, el año pasado estuve medio año internada. Después de eso, me dijeron que mis riñones no funcionaban y que el próximo paso era la diálisis”, detallaba en la entrevista, durante la cual también recordó lo que sentía al inicio de sus diálisis: “Las primeras veces que iba me ponía muy triste, y no dejan que nadie te acompañe”.

Buscar contención

“Mi hermano me contiene. Yo siempre lo cuidé a él y ahora él me cuida y me apoya, viene a casa y me prepara una comida, me abraza y eso me ayuda un montón”, agregó, para luego completar: “Además tengo a mis amigos que son un grupo de contención muy grande. Para atravesar estos momentos, es necesario contar con una red de contención”.

Por último dio un mensaje de concientización sobre las cirugías. “En el colegio me hacían bullying porque salía en una publicidad, me encerraban en el baño, me corrían hasta mi casa. Tenía amigas pero me tuve que defender sola, era una escuela picante. A los 17 años llegué a Buenos Aires y trabajaba de cualquier cosa y a los 20 entré a Gran Hermano. Siempre seguí hacia adelante pero también siempre fui muy insegura. Cuando tomé la decisión de operarme, del otro lado me encontré con un psicópata, que me dijo que el procedimiento no tenía consecuencias adversas”, recordó.

“Hoy siento que soy un puente entre gente que necesita un aliento, entre los que se sienten solos y los que no tienen un grupo de red que los contenga”.

“Cuando me encontraron el problema, hace 10 años, empecé a viajar y buscar terapias alternativas, biodecodificación, tomé ayahuasca medicinal. Después de indagar en todas esas terapias, empecé a escribir mi libro Simple y Conciente”, recordó.

Y desarrolló: “Hoy siento que soy un puente entre gente que necesita un aliento, entre los que se sienten solos y los que no tienen un grupo de red que los contenga”.

“Es la fe lo que me ayuda a salir adelante. Creo en mí por todas las batallas que tuve que enfrentar a lo largo de mi vida, creo en Dios y en una energía más grande. Hay que confiar en la vida”, sostuvo.

“Me gustaría decirle a la gente que no dé nada por sentado. La vida, de repente, te puede dar una cachetada. Hay que cambiar la queja por el ‘gracias’. La única certeza que tenemos en la vida es la muerte. Es solo un paso más, no sabemos qué hay después y por ahí es maravilloso”, completó.