En una acción que despierta suspicacias y críticas, el gobierno argentino enfrenta un escándalo que debía ser de proporciones mayúsculas, aunque el anestesiado pueblo argentino parece no notarlo.  Los medios apenas han dado a conocer la noticia de la cesión de preciados helicópteros MI 171 de la Fuerza Aérea Argentina a Ucrania, bajo presiones de Estados Unidos.

Estas aeronaves, claves para sostener la soberanía aérea argentina en la Antártida, se utilizaban en las campañas hacia las bases en el continente helado.

Si bien es cierto que esos helicópteros aguardaban en un hangar debido a que no estaban en condiciones de volar, estaban allí por una decisión política.

Los aparatos necesitaban un mantenimiento habitual en razón de las horas de vuelo, algo que el gobierno anterior no había efectuado por cuestiones presupuestarias y que finalmente autorizó luego de largas demoras con la excusa de las sanciones a Rusia, quien debía hacer el mantenimiento. Hoy Polonia ofrece ese mismo servicio, por lo cual el gobierno argentino no tendría la más mínima excusa para regalar estos aparatos.

La cifra era ridículamente baja para lo que estaba en juego, apenas 3,8 millones de euros. Sin embargo, se tardó años en tomar la decisión, aun cuando se aproxima la reevaluación del Tratado Antártico. Distintos países están preparándose para el 2048, intentando apoderarse de partes de ese continente.

Argentina reclama una región que en algunas partes se superpone con la que Chile reclama, algo que ya debería abordarse para tratar de obtener una posición conjunta. Asimismo, necesita buscar apoyos de países como Brasil que no tienen a la fecha reclamos, pero que seguramente los tendrán.

Helicópteros en la encrucijada: Política, estrategia y desinterés nacional

Esto es necesario porque debido a la magnitud de riquezas en juego, hay potencias extrarregionales que tienen intereses muy concretos. El Reino Unido, la potencia que ocupa el territorio de las Malvinas y que en estos momentos ha enviado un buque de guerra amenazando a Venezuela, es la mayor preocupación.

Los súbditos de su nueva Graciosa Majestad Charles III, intentan apoderarse del sector que reclaman Argentina y Chile sumados, más otras partes de la Antártida. Londres ha decidido irrumpir con un buque militar por el tema del Esequibo, cuando los presidentes de los dos países en disputa habían llegado a un acuerdo para iniciar conversaciones. La voluntad de generar conflictos es un sello británico.

 Estos helicópteros, que han surcado desde las bases de aprovisionamiento en el Sur, hasta la inhóspita Antártida, son de una extrema fiabilidad sin par. La propuesta de deshacerse de ellos a cambio de F-16 en condiciones, al menos, cuestionables, no sólo es un desatino técnico sino una afrenta a la prudencia y el sentido común.

Volviendo a la cuestión de los helicópteros, los mismos tienen una serie de upgrades que le dan un mayor valor, como tanques de flotación, autonomía extendida y grúas especiales para cargas. El precio de las aeronaves nuevas es de aproximadamente 25 millones de dólares, cifra que puede variar porque no es un valor fijo y depende de muchos factores.

Hoy, dado que han sido adquiridos en el 2011, y no sabiendo su grado de mantenimiento, una estimación conservadora es calcular la mitad del valor nuevo. Y tal vez más, dado que los helicópteros suelen tener un ciclo de vida mucho mayor al de los aviones debido a la menor fatiga de sus materiales.

Con la decisión presidencial, estos aparatos han sido relegados a un destino incierto. Entregarlos al agonizante gobierno de Zelenski, un personaje mundial caído en desgracia al que el propio Senado de los Estados Unidos le ha negado 60 mil millones de dólares, al igual que la Unión Europea, con 50 mil millones, son una clara señal de ello.

Los negocios de la banquera

La dueña del Banco Roela, devenida en una improvisada canciller, avala con sus palabras la idea de un acercamiento a Kiev. Hasta tal punto que la capital ucraniana sería parte de la primera visita oficial del nuevo presidente, algo que no solo es inoportuno geopolíticamente, sino peligroso.  

Ante la crítica, y sobre todo, la imposibilidad de regalar patrimonio nacional, Milei y Mondino han ideado una nueva estrategia. Enviar los helicópteros con 12 años de uso, menos en realidad porque han estado parados varios años por los sucesos mencionados, a cambio de unos vetustos F16 A/B daneses. En realidad, como parte de pago de los F16.

Esos cazas, de notable desempeño histórico, tienen casi medio siglo de existencia y han sido rechazados por la fuerza aérea colombiana, que los consideró no aptos para ser adquiridos. Esto es con base en que sus células demuestran tener poca vida útil y no justifican las inversiones que se deben hacer para su actualización.

Helicópteros en la encrucijada: Política, estrategia y desinterés nacional

Los F16 tienen un costo alto de mantenimiento y de horas de vuelos en función de lo que representan. Un problema adicional es que la OTAN se reserva el derecho al momento de efectivizarse la entrega de los mismos, de retirar cualquier equipo que sea sensible, según su parecer. Un detalle adicional no menor, estos aparatos pueden ser limitados en su uso, aún bloqueados, si los Estados Unidos lo consideran necesario.

Washington es el más estrecho aliado de Londres, por ello es posible esperar que, en caso de un potencial conflicto, los británicos tengan la posibilidad de vetar el funcionamiento de los F16.

Los MI 171, adquiridos en 2011, son un pequeño intento de autonomía estratégica y tecnológica, representando un hito en las capacidades operativas de la Fuerza Aérea Argentina actuales, tan deterioradas en sus capacidades. Estos helicópteros, que han surcado desde las bases de aprovisionamiento en el Sur, hasta la inhóspita Antártida, son de una extrema fiabilidad sin par. La propuesta de deshacerse de ellos a cambio de F-16 en condiciones, al menos, cuestionables, no sólo es un desatino técnico sino una afrenta a la prudencia y el sentido común.

El movimiento dado, marcado por una aparente falta de perspectiva estratégica, no solo pone en jaque la capacidad operativa de la fuerza, sino que también ignora las claras ventajas que estos helicópteros representan frente a sus contrapartes occidentales. 

La Fuerza Aérea Argentina está en una etapa en la que urge consolidar y unificar su flota, y ahora se ve sorprendida por un giro en las políticas de defensa impulsado por el actual presidente. El movimiento dado, marcado por una aparente falta de perspectiva estratégica, no solo pone en jaque la capacidad operativa de la fuerza, sino que también ignora las claras ventajas que estos helicópteros representan frente a sus contrapartes occidentales. La transacción sugerida, lejos de ser un acto de modernización, parece ser un paso hacia la obsolescencia y la dependencia.

Los Estados Unidos, con una vehemencia que raya en la obsesión, han propuesto un trato que, más que beneficiar, parece condenar a la Fuerza Aérea Argentina a una futura operatividad mermada y costosa. Este afán por desplegar sus F-16 en tierras argentinas no solo es un gesto de subordinación política, sino también es una maniobra que parece subestimar la capacidad de Argentina de discernir lo que es verdaderamente beneficioso para su seguridad y autonomía.

Falta de visión

La decisión de cancelar el acuerdo para el mantenimiento de los MI 171 y la propuesta de ceder estos helicópteros a cambio de una flota de F-16 daneses, resalta una desconcertante falta de visión. Es una muestra de cómo la presión externa y los juegos de poder pueden influir desmedidamente en la política de defensa argentina, llevándola por caminos que no siempre convergen con el interés nacional, algo que no solo se ve en la cuestión militar, sino que se extiende a todas las acciones relevantes de gobierno.

Es menester preguntarse, ¿cómo es que llegamos a este punto? ¿Dónde quedó la prudencia y la visión estratégica que debe guiar los destinos de la Fuerza Aérea Argentina y, por extensión, del país? Las respuestas a estas preguntas son esquivas y, a menudo, incómodas, pero necesarias si se desea entender y, eventualmente, rectificar el curso de estas decisiones cuestionables.

El silencio de la clase política en general, que casi no se ha pronunciado sobre el hecho, es altamente preocupante, y no hace más que confirmar lo presumible. Existe una falta de soberanía que es seguramente la principal causa de la decadencia argentina.

Helicópteros en la encrucijada: Política, estrategia y desinterés nacional

La situación de los MI 171 y los F-16 daneses no es solo una cuestión de material bélico; es un reflejo de una lucha más amplia por la soberanía, la autonomía y la capacidad de Argentina de definir su propio curso en un mundo cada vez más polarizado y voraz. Las decisiones tomadas hoy resonarán en el mañana, y es fundamental que sean el producto de una deliberación cuidadosa y un compromiso inquebrantable con el interés nacional.

En última instancia, la polémica en torno a estos helicópteros y los cuestionables F-16 daneses es un llamado a la reflexión y la acción. Es una oportunidad para reevaluar prioridades, fortalecer la soberanía y reafirmar el camino hacia una defensa nacional autónoma y resiliente.

La historia, siempre atenta, aguarda las decisiones que se tomarán y las narrativas que se tejerán en torno a este capítulo crítico de la defensa y la política argentina.