En una semana particularmente generosa en definiciones y cambios en las preferencias del electorado de cara a la elección presidencial, el aluvión de malas noticias continúa descargándose sobre Patricia Bullrich, quien no consigue desmadejar el laberinto de sus dudas y limitaciones. La cuestión de fondo es su dificultad para direccionar su campaña presidencial. Tal vez mal aconsejada, o por inspiración propia, insiste en dispararle a los fantasmas del pasado. Aunque políticamente ese pasado al que le apunta parece estar tan jubilado como ella.

Perdida, insiste en dispararse a los pies.  No acierta la clave de campaña, luce confundida y no acierta a explicar sus acciones en caso de llegar a ser presidenta. Para colmo de males, terminaron colocándole como bastón a Carlos Melconian. Ambos huelen a viejo. No convencen a nadie y, para peor, la aparición del economista en escena confirmó la debilidad de la candidata.

Melconian se propuso confrontar con Milei. Pero el libertario le hizo un pase de manga y lo fulminó inmediatamente al declarar que sólo debate con candidatos presidenciales. Su discurso de pizza barata y cerveza rancia ya no genera empatía en una sociedad que ha variado drásticamente sus gustos.

El debate sobre la eliminación de la cuarta categoría del impuesto a las ganancias en Diputados parece haber sido el epitafio de una candidatura que se armó para desbancar al “rebelde” Horacio Rodríguez Larreta, pero que no tenía chances de cobrar vuelo. 

Exterminar al “kisnerismo”

Lo único claro del discurso de Bullrich es su determinación de “exterminar al kirchnerismo” y revivir una grieta que no interesa a los menores de 50 años. ¿Cómo piensa “exterminarlo”? ¿Cristina, Máximo y compañía serían los nuevos Santiagos Maldonados? 

Llegó tarde: el “kirchnerismo” parece haber perdido su capacidad de liderar el campo popular y la apelación a una grieta que ya no atrae –ni remotamente- las pasiones de otros tiempos la condena a continuar pedaleando en el aire. Guste o no, las candidaturas de Sergio Massa y de Javier Milei parecen convalidar que la hora del  transvasamiento generacional ha llegado.  

El debate sobre la eliminación de la cuarta categoría del impuesto a las ganancias en Diputados parece haber sido el epitafio de una candidatura que se armó para desbancar al “rebelde” Horacio Rodríguez Larreta, pero que no tenía chances de cobrar vuelo. 

Tan es así que tanto Cristina como Mauricio Macri terminaron aceptando que el paso al costado era indispensable, ante el riesgo de que fuera la historia la encargada de imponerles un retiro poco honorable. Cierto es que mantendrán a sus fieles y podrán operar desde otros lugares, pero no desde la magistratura institucional. 

Ambos lo tienen en claro. Por eso la vicepresidenta optó por el Ministro de Economía y el ex presidente por elogiar a Milei sin ponerle el cuerpo al respaldo a la candidata de JxC, limitándose a denunciar un supuesto “pacto” entre el libertario y Sergio Massa. 

Votar en contra

Por si hiciera falta, Jaime Durán Barba sentenció que la campaña de Patricia es una “no campaña”: no sabe explicar su programa, promete represión, ajuste y pobreza. No hay ninguna alegría en su horizonte. ¿Quién, en su sano juicio, podría votar por semejante alternativa?

Para colmo de males, Bullrich mantuvo su directiva a los diputados de JxC de no votar ningún proyecto del gobierno, demostrando una precariedad conceptual y una falta de habilidad para explotar los cambios en el clivaje político que ya es su marca en el orillo. Los legisladores le hicieron caso: de manera unánime se expresaron en contra de la eliminación de ganancias para la cuarta categoría. De este modo, al horizonte de sangre, sudor y lágrimas que ya venía proponiendo le agregó una nueva señal de que no habrá felicidad –siquiera mínima- para los argentinos en caso de que llegue a la presidencia.

Estas decisiones marcan la diferencia entre un gobierno comprometido con el bienestar de la población y aquellos que priorizan intereses económicos particulares”, dijo Agustín Rossi.

Más aún: la votación de sus diputados dejó en claro que la posición de JxC consiste en promover la baja o la eliminación de impuestos, siempre y cuando eso no beneficie a los trabajadores. Milei fue mucho más inteligente: mantuvo su principio general y no la identidad de quien lo había propuesto. Una vez más ganaron Massa y el libertario.

Balances de la semana

Agustín Rossi, el candidato a vicepresidente de UxP, subrayó el "error histórico" que tuvo Juntos por el Cambio al rechazar la modificación de Ganancias: "Ha sido un error histórico de JxC y son estas cosas de las que cuesta volver", afirmó, ya que la “aprobación de esta reforma en Ganancias es fundamental para mejorar la calidad de vida de la clase trabajadora en Argentina”. “Estas decisiones marcan la diferencia entre un gobierno comprometido con el bienestar de la población y aquellos que priorizan intereses económicos particulares.”-concluyó

El balance es sencillo: Massa consiguió dar un paso decisivo en una propuesta que viene sosteniendo desde hace una década. Pero también dio una nueva señal de la orientación que tendrá su gobierno en caso de llegar a la Presidencia. “Más peronismo”, “Gobierno de Unidad Nacional” y reivindicación de la soberanía nacional han sido los tres ejes principales sobre los que vienen insistiendo. La insistencia de sus competidores en sembrar vientos prometiendo cosechar tempestades juega a su favor. En definitiva, la Argentina sólo consiguió renacer de sus peores crisis gracias al éxito de gestiones peronistas.

Milei también mostró coherencia con sus principios. Pero, a la luz del primer puesto obtenido en las PASO, sus propuestas sobre venta de órganos y de niños, cesión de la soberanía en Malvinas y destrucción de la salud y la educación pública y eliminación de la normativa protectora del trabajo son tenidas más en cuenta por el electorado. No hay que olvidar que sus votantes constituyen mayoritariamente las víctimas de su ajuste. Y, sabido es que la sabiduría popular es el principal reaseguro ante los cantos de sirena que postulan el suicidio colectivo, más allá de cómo se lo disfrace. 

Patricia Bullrich, la cazafantasmas

Dos en debate, no tres

Patricia, en cambio, demostró una precariedad programática conmovedora. Lo poco que queda en claro de lo que propone al pueblo argentino es su determinación de “exterminar al kirchnerismo” e implementar un drástico ajuste sobre las mayorías para beneficiar a los intereses más concentrados.

Durante la semana tuvo lugar también el debate entre los candidatos a vice-presidente. Fue otra muestra de los límites de la política tradicional. Luis Petri no supo cómo instalarse dentro del fuego cruzado entre Rossi y Villarruel. Rossi hizo una exposición medida en lo económico, pero insistió en tratar de dejar en claro la condición negacionista y la reivindicación de la Dictadura de la candidata de La Libertad Avanza. El problema es que le habló a los convencidos y no aprovechó la escena para interpelar ni a los jóvenes y los caídos del sistema –la fortaleza de Milei-, ni a los mayores de 55 años, donde pesca con mayor comodidad JxC. Tampoco Villarruel estuvo demasiado feliz, pero siempre es más sencillo atacar desde los indicadores económicos y sociales al Jefe de Gabinete de un gobierno con una inflación superior al 150% anual. Le bastó con presentarse como una virgen inocente acosada por la jauría masculina. 

Finalmente ni Randazzo ni del Caño encontraron la manera de llamar la atención, y terminaron aceptando, de manera resignada, su condición de convidados de piedra.

De todos modos, un debate de candidatos a vicepresidente previo a las elecciones generales y por la señal TN no parece suficiente para mover el amperímetro de nadie, por lo que todo quedó en actitudes y frases agresivas que difícilmente podrían convocar a quienes decidieron anular su voto, votar en blanco o, directamente, abstenerse.  

Lo que marcan las encuestas

Pese a todo, la semana se cerró con novedades de interés. La derrota de Jorge Capìtanich en el Chaco confirmó el avance territorial del radicalismo en varias provincias, lo que invita a pensar qué podría haber pasado si el partido centenario se hubiera decidido a disputar el poder dentro del JxC, presentando candidatos presidenciales propios. Sin embargo, la dualidad de criterios de los votantes de esa coalición según se trate de la elección nacional o de las provinciales permite postular que hasta los propios radicales consideran la aptitud de su partido para administrar poderes municipales o Estado provinciales, pero no de asumir la responsabilidad de la conducción nacional. La mochila de no haber conseguido completar ningún mandato presidencial despúes de la presidencia de Marcelo T. de Alvear, en 1928, sigue pesando demasiado.

Para Bullrich, en tanto, todas las novedades son negativas. La sangre no deja de fluir debajo de su armadura y a nadie le pasa desapercibido. A punto tal que los miembros de su coalición se muestran más interesados en adelantar sus preferencias para un eventual ballotage entre Massa y Milei.

Por último, y si es que estamos dispuestos a convalidar las encuestas que fueron apareciendo, el gran vencedor de la semana parece haber sido Sergio Massa, quien aparece en situación de “empate técnico” con Javier Milei, y hasta habría conseguido subir 8 puntos en Córdoba –la capital nacional de JxC- a expensas de Juan Schiaretti. Por su parte, Milei parece haber frenado su avance en todo el país, los datos de la Provincia de Buenos Aires le resultan favorables, convalidando un importante ascenso de su candidata a gobernadora, Carolina Píparo.

Para Bullrich, en tanto, todas las novedades son negativas. La sangre no deja de fluir debajo de su armadura y a nadie le pasa desapercibido. A punto tal que los miembros de su coalición se muestran más interesados en adelantar sus preferencias para un eventual ballotage entre Massa y Milei, o en negociar con los otros candidatos ante la alternativa de un eventual ballotage que de salir a militar una candidatura que murió el día en que ganó las PASO de su coalición.

Claro está que todavía falta casi un mes para los comicios y en ese tiempo mucha agua correrá debajo del puente. Pero el amperímetro de la política comienza a moverse con mayor velocidad. Para satisfacción de algunos y resignación de otros.