Hassan Nasrallah, el popular líder de la organización político militar libanesa Hezbollah, dijo este viernes que la operación “tormenta de Al Aqsa” del 7 de octubre en el sur del país fue ideada y ejecutada solamente por fuerzas palestinas y que ni su grupo ni Irán tuvieron participación. Durante un discurso, difundido mediante una pantalla gigante ante una multitud en Beirut, ratificó el respaldo de su vertiente a la causa palestina, fustigó el accionar israelí y puso de relieve la responsabilidad de los Estados Unidos en los sucesos.

Fue la primera aparición pública después de la operación que ejecutaron las milicias palestinas de Hamas. Nasrallah calificó el hecho como “bendito y heroico”, y recordó la lucha de la resistencia palestina desde hace 75 años. También elogió que el ataque se mantuviera en secreto: “Esa confidencialidad absoluta es la que garantizó el éxito de la operación por el factor sorpresa. Hemos felicitado la operación, no nos molesta la confidencialidad”, dijo. En línea, deslizó que Irán no fue inspirador de la acción.

El estratega diagnosticó que “la operación Al Aqsa causó un terremoto en Israel”, y que “por más que hagan lo que hagan los gobiernos del enemigo, nunca lograrán modificar lo que provocó en el futuro del conflicto con Israel”. Se trató de un discurso de hondo equilibrio político, destinado a dos frentes simultáneos: el externo, para deslindar responsabilidades en el origen de la contienda, y el interno, para salir al cruce de los espacios islamistas que vienen cuestionando la presunta inacción de Hezbollah.

En una lectura detenida, es pertinente indicar que Nasrallah realzó el papel de su núcleo en el conflicto, ante críticas internas en el Líbano que reclaman más participación. “Para algunos que exigen que Hezbollah entre en una guerra rápida con el enemigo israeli, puede parecer algo pequeño lo que pasa en la frontera, pero es importante y grande”, indicó. La referencia también resultó dual. Por un lado, despejó objeciones al enfocar el intercambio regular de cohetes que comenzó pocas horas después del ataque de Hamas. Por otro, recordar a los más entusiastas que la extensión de la guerra puede resultar un problema para todos los protagonistas.

Ahondó al respecto. “Por supuesto que no es suficiente”, dijo el jefe libanés, “pero lo que está pasando en el frente del Líbano no tiene antecedente desde 1948 (…) Todas las posiciones militares de Israel son blanco y son atacadas de manera diaria”, sostuvo. Para fundamentar su rol –siempre aclarando: posterior al ataque inicial- subrayó que “un tercio” del Ejército de Israel debió ser trasladado a la frontera norte por la presión que ejerce Hezbollah sobre la zona y que reservistas israelíes se vieron obligados a movilizarse en masa hacia Gaza para no descuidar ese espacio.

Hassan Nasrallah es el popular líder de la organización político militar libanesa Hezbollah.
Hassan Nasrallah es el popular líder de la organización político militar libanesa Hezbollah.

“Todas las opciones están sobre la mesa, e iremos más allá en cualquier momento”, insistió Nasrallah, aunque matizó que eso podría suceder “en un futuro”. En sintonía, dirigió un desafío a los Estados Unidos, criticó la movilización de parte de la flota en el Mediterráneo hacia la zona israelita y aseguró que no le teme a esas poderosas naves: “Hezbollah tiene cómo enfrentarlas”. Además pidió a Washington que cese el ataque a Gaza a través de Israel porque el costo de una guerra total en la región lo pagarán “sus soldados”.

En vísperas del discurso, que se realizó a través de una pantalla, Hezbollah montó una importante ofensiva, lanzando 19 ataques simultáneos contra posiciones del Ejército israelí y utilizando por primera vez drones explosivos. Israel replicó con ataques aéreos y fuego de tanques y artillería. Tanto los observadores de las naciones en pugna como los analistas internacionales, coinciden que hasta ahora los enfrentamientos se han limitado a la frontera, y Hezbollah sólo ha utilizado una pequeña parte de la potencia de fuego.

La alocución fue esperada por el mundo musulmán con gran expectativa. Nasrallah es una de las principales referencias del Eje de la Resistencia, una alianza político militar regional con fuerte presencia iraní destinada a contrarrestar a los Estados Unidos e Israel, persistentes agresores. La coalición incluye a las milicias musulmanas chiitas iraquíes y a los hutíes de Yemen, que se han adentrado en el conflicto disparando drones contra Israel, entre otras asociaciones.

Aunque Nasrallah se había mantenido alejado de la opinión pública desde el 7 de octubre, otros responsables de Hezbollah han indicado la disposición del grupo para el combate. Pero no han fijado ninguna línea roja en el conflicto con Israel. 

Para quienes siguen el litigio, tanto la fuerza libanesa citada como el Estado israelí están coincidiendo en sostener encapsulado el cruce bélico fronterizo para no facilitar su expansión. Fuentes cercanas a Hezbollah afirman, conociendo su potencial, que los ataques del grupo hasta ahora han sido medidos para evitar una escalada, lo cual no debería evaluarse como debilidad (de todos modos mantienen ocupadas a las tropas israelíes en el norte) pero si un cálculo militar bien fino.

La frase repetida por los informantes consultados fue que el Líbano no puede permitirse otra guerra con Israel. Todavía se recupera de la contienda llevada a cabo cuatro años atrás. En línea, Israel no está en condiciones de afrontar dos frentes simultáneos. La continuidad del razonamiento conlleva a que la bandera por la desaparición del Estado ocupante no es un objetivo actual, y conviene, a los pueblos y a Irán, presionar para la salida del gobierno que encabeza Benjamín Netanyahu. Es que una cosa es una cosa, y otra, algo distinto. 

Israel afirmó, en las horas recientes, que no desea un conflicto en su frontera norte con Líbano. Ante el público, y en relación con su táctica de agrupar a una opinión pública disconforme en derredor de su jefatura, el primer ministro Benjamín Netanyahu advirtió (alardeó) a Hezbollah de que no abra un segundo frente de guerra con Israel, pues provocaría contraataques israelíes de una magnitud “inimaginable” que sembrarían la devastación.

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